Consulta
Estoy casada desde hace 20 años y desde el primer año, me di cuenta de que me había equivocado. La verdad es que él no tiene la culpa, yo estaba muy mal en mi casa porque mis padres me tenían trabajando fuera de casa y de criada en la casa, mientras que a mi hermano le pagaron una carrera y yo estaba tan mal que creí que me había enamorado del que es mi marido.
A él no puedo reprocharle nada, es un hombre buenísimo, que siempre está pendiente de mí de cuidarme porque estoy delicada de salud (ahora me tienen que operar otra vez) y de que yo me compre las cosas que me gustan y de que me divierta, pero es que para mí desde el principio es como un hermano, de hecho dormimos en camas separadas desde hace diez o doce años.
Como yo me doy cuenta de que esto no es plan, le he propuesto separarnos muchas veces, porque además yo veo que es injusto que él viva sin sexo, pero él siempre me dice que él me quiere y está a gusto conmigo. Yo le he pedido que estuviésemos separados un tiempo y él se marchó dos meses de la casa, pero volvimos porque nos echábamos de menos y al poco todo volvió a ser igual. La verdad es que no sé por donde tirar, veo que estamos atrapados y no podemos estar ni juntos ni separados. Le agradecería un consejo. -Ana.
Respuesta
Ana nos describe muy bien su historia como una niña o joven que no se sintió respetada ni amada por sus padres y que, con los recursos de que disponía en aquél momento, buscó una salida de aquella situación mediante un matrimonio apresurado. También nos dice que, aunque se dió cuenta desde el principio de que aquella decisión no la hacía feliz, nunca se ha sentido capaz de poner fin a este matrimonio insatisfactorio para ella e intentar buscar la felicidad. Y así, dudando y dudando, han pasado veinte años.
También nos cuenta que está delicada y que tiene pendiente un problema de salud que necesita cirugía; por todo ello, y dado que lleva tanto tiempo intentando tomar una decisión y salir de un matrimonio que no la hace feliz, le recomendamos que primeramente se ocupe con tranquilidad de sus problemas de salud, tanto de los que tiene crónicos como del que requiere cirugía, y que simultáneamente lea usted un libro de Rosetta Forner que se llama La maldición de Eva.
Esta lectura probablemente va a ayudarla a usted a hacer una reflexión sobre las elecciones que ha ido haciendo como mujer a lo largo de su vida, de las consecuencias que han producido y también de su propia capacidad para generar otras elecciones futuras que de verdad le proporcionen una vida plena.
La indecisión de Ana es muy frecuente porque a veces tenemos una historia tan larga de infelicidad que nos parece que no hay ninguna oportunidad para nosotros, y vivimos con un temor incluso supersticioso a hacer cambios en nuestra vida por miedo a que cualquier iniciativa que adoptemos vaya a acabar en un desastre aún mayor. Nada más lejos de la realidad: los problemas rara vez se resuelven solos y la mayor parte de las veces nos exigen tomar decisiones duras, como puede ser una separación, pero que a la larga merecen la pena.
Ana, del mismo modo que nadie le aconsejó casarse, nadie puede sugerirle a usted que se separe; es usted misma la que con serenidad debe decidir qué clase de vida quiere usted llevar y qué pasos son necesarios para conseguir la felicidad.