domingo, 11 de octubre de 2009

Consulta #12: Mi propia familia no me apoya en mi divorcio

Consulta
He leído con mucha atención las consultas que le han hecho a usted otros separados pero no he visto que a ninguno le haya pasado lo que me está pasando a mí.

Después de 7 años de casada, hace 3 meses me decidí por fin a decirle a mi abogada que presentara la demanda de separación que tenía redactada desde hace más de 2 años y que nunca me atrevía a echar adelante.

Yo no puedo decir que mi marido sea malo o me trate mal, pero tampoco puedo decir que me trate bien. Yo siempre me he quejado a mi madre y mis hermanos porque es un hombre plano que nunca decide nada, nunca se plantea nada, nunca aporta nada, simplemente trabaja, come, duerme y si le dices que haga algo, pues lo hace. Pero ese carácter no va conmigo que soy activa y me gusta probarlo todo y ver muchas cosas y viajar y todo eso. La cuestión es que yo no he sido feliz y mis padres y hermanos los saben perfectamente, pero cada vez que yo decía que así no podía seguir viviendo, me quitaban la idea de la cabeza y me decían que es un hombre bueno y que no voy a encontrar nadie mejor.

Ahora me encuentro con que me están casi repudiando por haber pedido la separación y el colmo es que mi marido va a casa de mis padres y allí todos le consuelan y se queda a cenar. Mi hermana me ha llamado ya varias veces para hacer de abogada de mi marido y convencerme de que retire la demanda y esta situación me está desquiciando porque aunque yo sea la que ha pedido la separación, también tengo muchas dudas y miedos. Yo no encuentro normal que mi propia familia le apoye a él y para mí todo sean reproches. -Asunción.

Respuesta

Entiendo que Asunción se encuentre totalmente desconcertada ya que, al propio estrés de su proceso de separación, se le está añadiendo ahora la presión y falta de apoyo de su familia de origen.

Aunque comprendo que usted no contaba con esta situación, sí es importante tener en cuenta que un divorcio supone en muchas ocasiones una situación de crisis que pone a prueba todos nuestros asuntos personales. Por ejemplo, una persona que esté bien afianzada en su trabajo, va a poder conservarlo después de la separación; pero, si el puesto de trabajo no tenía un buen anclaje, es posible que se vea perjudicado por estas circunstancias. Lo mismo ocurre con amigos que anteriormente pudimos considerar como amistades estrechas, y que por las circunstancias del divorcio a veces se resienten o incluso se pierden; y por supuesto lo mismo ocurre con las relaciones que tengamos con nuestra propia familia.

Por lo que cuenta en su consulta, usted ha venido explicando a sus padres y hermanos lo insatisfactoria que era su relación de pareja a lo largo de los años; sin embargo, en el momento actual y sea cual sea la opinión que ellos tengan sobre su todavía marido, el papel que les correspondería sería prestarle a usted un apoyo incondicional, cosa que no están haciendo ni de lejos.

Por lo tanto, Asunción, hay que admitir que las relaciones con su propia familia tenían un cariz muy distinto del que usted suponía, y su divorcio ha venido a sacarlo a la luz sin disfraces. Me explico: no es su divorcio el que ha afectado a sus relaciones familiares, sino que sus relaciones familiares auténticas han aflorado gracias a su proceso de divorcio.

Aunque comprendo que decirle que la deslealtad de algunos miembros de su familia viene ya de lejos no es precisamente un consuelo, me parece imprescindible que usted afronte esa verdad, ya que la única forma de que usted adquiera una cierta seguridad es que sea capaz de descubrir con qué personas cuenta realmente y qué puede esperar de cada uno de ellos.

Como este es un proceso delicado y usted se encuentra en una situación de gran vulnerabilidad, le recomiendo que lo haga de la mano de un/a psicólogo/a, quien además le puede entrenar en estrategias de control de stress y ansiedad.

Para terminar, le reitero que la separación de una pareja supone una crisis que nos obliga a revisar todos los aspectos de nuestra vida, de modo que el problema que se le está presentando a usted con sus relaciones familiares es más frecuente de lo que cabría suponer. Tanto es así, que un antiguo profesor mío me contó que cuando se estaba divorciando, llegó a tener la sensación de estar arreglando un desván lleno de cachivaches y me decía: “Vas sacando cosa por cosa, mirándola; lo que es inservible, lo tiras; lo que está un poco roto, pero se puede arreglar, lo pones a un lado, y por último, lo que está en buen estado, lo limpias y lo colocas bien”.

Le deseo que sea usted muy feliz en su nueva vida.

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